lunes, noviembre 19, 2007

Repensar la escuela como una nueva red social, y salir del viejo modelo industrial

Entrevista a : Verónica Boix-Mansilla nació en Buenos Aires, es doctora en Educación por la Universidad de Harvard –donde ejerce como profesora de la Escuela de Postgrado en Educación–, e investigadora principal en el Proyecto Zero.
  • Y ¿cuál es el rol del docente hoy?

—Hoy la sociedad vive un tiempo de cambios vertiginosos, la producción de saberes va a una velocidad que no tiene precedentes, sobre todo en el campo de lo tecnológico. A la vez que hay problemas enormes de pobreza, de desigualdad y de derechos humanos que afectan muchísimo la concepción que los chicos tienen del mundo en el que viven. Entonces, desde lo epistemológico y lo social la escuela tiene la oportunidad de reposicionarse, hay que formar educadores con una mirada proactiva. La gran pregunta sería ¿cómo hacemos para revisar los contenidos escolares de manera de poder insertar la contemporanidad como contenido de reflexión en la escuela? Ya no tenemos que pensar los contenidos como cobertura de información –hoy la información está en todos lados– sino pensarlos más como estrategias de reflexión y recolección de información. Por ejemplo, podemos abordar con los alumnos los problemas de la globalización, de las corrientes migratorias que están redefiniendo la calidad de la vida de la gente, del calentamiento global, y que ellos mismos produzcan soluciones alternativas viables para estos temas. Hay que pensar cómo hacer una escuela que sea generadora de conocimiento viable.

  • alguna respuesta para esa pregunta?

—Desde nuestro trabajo de interdisplinariedad hicimos una especie de experimento bastante interesante: juntamos durante dos años a un grupo de maestros de escuela secundaria con mucha experiencia en sus distintas disciplinas. Nuestro objetivo era ver qué ocurría cuando se los reunía para revisar el contenido de lo que enseñan, de manera tal de aggiornarlo y expandir tanto su propia experticia como lo que hacen en sus clases. El marco detrás de esto era la enseñanza para la comprensión, y lo que queríamos observar era cómo funciona la enseñanza cuando los contenidos son contemporáneos y el trabajo es interdisplinario.

Tomamos el tema de la globalización bajo esta perspectiva y los chicos se súper interesaron: entienden la relevancia de lo que está aprendiendo porque lo ven en las revistas en la calle, en la televisón; es el contenido mismo es el que establece una alianza entre lo que ocurre dentro y fuera de la escuela. Registramos también que los chicos a partir de esto charlaban con los padres sobre algunos fenómenos contemporáneos, como los de las fábricas de China y los derechos de los trabajadores en estas fábricas. En una escuela pública se trabajó el tema de la producción trasnacional: los chicos eligieron un objeto –como las zapatillas que usan– para comenzar a investigar quiénes las producen, cómo, en qué condiciones trabaja la gente que las produce, cuáles son los controles para los estándares profesionales dentro de las fábricas y cuál es el impacto de estas fábricas en países en desarrollo. Para entender este problema no alcanza con que el chico lea el diario; en el diario no le van a explicar términos económicos ni en qué consiste el fenómeno de cohesión social, para eso está la escuela, allí radica la ventaja comparativa de la escuela. Porque los chicos analizan esos fenómemos aplicando conceptos de la economía, de la antropología, etc., y empiezan a interpretar de manera crítica la realidad y a creer en el valor de lo que se aprende en la escuela.

  • ¿Cómo piensa que pueden integrarse las nuevas tecnologías en las propuestas de enseñanza para la comprensión?

—Las nuevas tecnologías no es mi campo de especialización, pero sí puedo hablar desde mi mirada de educadora. Uno de los proyectos que estamos llevando adelante intenta dar cuenta de la manera en que los jóvenes representan su rol como agentes de conocimiento dentro de espacios virtuales como Second Life, MySpace y Facebook.Hoy hay un corrimiento de la mirada hacia los nuevos medios; ya no se los mira con desconfianza y negativismo, sino que se trata de investigar en qué sentido los nuevos medios favorecen, impiden o transforman el desarrollo de los jóvenes.

Nosotros intentamos ver cómo en espacios de simulación y realidad virtual como Second Life los chicos toman decisiones éticas o no éticas, cómo experimentan con identidades alternativas, sobre todo los adolescentes, en los que la construcción de la identidad es tan importante. Un ejemplo de experiencias en Second Life en este sentido es Global Kids, un grupo de jóvenes de Nueva York. Se trata de una fundación que los aúna para trabajar por distintas causas y tomar conciencia sobre los derechos humanos y la pobreza, trabajo por el cual luego obtienen premios y se forman como emprendedores sociales.

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